13 de Marzo del 2019
Se considera Administrador judicial a la persona que se encarga del control y protección de bienes y derechos de una persona, física o jurídica, que se encuentra bajo tutela judicial realizando funciones de asistencia o vigilancia en la gestión de dichos activos.
En este artículo analizaremos en qué casos se necesita la figura del administrador judicial y cuáles son sus funciones.
La figura del administrador judicial debe ser tratado como el profesional que aporta auxilio judicial en las vías civiles, penales, administrativas o sociales.
Por ejemplo, en caso de ejecuciones de créditos, una vez agotados los trámites habituales de cobro por parte del Juzgado (embargo de cuentas bancarias y créditos), se nombra a solicitud del acreedor un administrador judicial para que trate de cobrar los importes no satisfechos por el deudor.
Existen diferentes tipos de administradores judiciales según la necesidad:
En definitiva, se necesita un administrador judicial cuando el trabajo de oficina del juzgado está agotado.
Partiendo de la base de que el administrador judicial es un profesional imparcial e independiente de las partes, debemos tener en cuenta que son libres de aceptar o renunciar a sus cargos, y que sus funciones no pueden ser delegadas en otra persona diferente a la nombrada. Esta delegación no debe ser confundida con los auxiliares o empleados del administrador judicial que le ayudan en sus tareas.
Las funciones habituales son la custodia, administración de los bienes de su negocio y su representación ante Terceros hasta que el Juzgado levante las medidas judiciales que provocan esta administración judicial.
Las funciones que destacamos del administrador judicial son las siguientes:
Las razones de nombrar un administrador judicial depende de muchos factores. La casuística es muy variada.
Respecto de las razones intrínsecas de la persona nombrada, generalmente son profesionales en activo, que se forman constantemente, conocen de su quehacer y tienen seguro de responsabilidad civil.
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